El fin de semana largo del 1 de mayo decidimos pasarlo en una de las zonas del norte que más ganas teníamos de conocer: San Sebastián (Guipúzcoa) – Geoparque de la costa vasca (Guipúzcoa) – San Juan de Gaztelugatxe (Vizcaya).
El viernes día 1 llegamos a San Sebastián sobre las 13:00, dejamos en coche en el hotelito a las afueras (barrio Gros) con aparcamiento que habíamos reservado y cogimos uno de los buses cuya parada está casi al salir del hotel, que nos dejó en el centro (Plaza de Guipúzcoa) en unos 10 minutos como mucho. De ahí nos dirigimos a la Oficina de Turismo, donde pedimos un mapa de la ciudad y nos dirigimos a la parte vieja, en las calle de justo detrás de la oficina, pues ya era hora de comer.

Los acantilados de Flysch y San Juan de Gaztelugatxe

Día 1: San Sebastián

En la parte vieja es donde se encuentran todos los bares de pintxos, expuestos cara al público y a cada cual más apetitoso que el anterior. Resulta todo un espectáculo la visión de las numerosas variedades de pintxos al entrar en cualquier bar, con su variedad de ingredientes, colores y sabores, rivalizando en originalidad con sus vecinos.
Elegimos prácticamente el primero en el que entramos, porque era en que más sitio tenía en ese momento, y encontramos que cada pintxo tenía un cartelito que indicaba lo que era, algo de gran utilidad según vimos a la hora de la cena.
Después de nuestra primera comida típica, con sidra incluida y un gran helado de postre, nos dispusimos a conocer la ciudad:
La espectacular Basílica de Santa María y su maravillosa vista desde la calle Mayor, la calle 31 de agosto, la catedral del Buen Pastor, el hotel María Cristina, el teatro Victoria Eugenia, el Ayuntamiento.
Los acantilados de Flysch y San Juan de Gaztelugatxe
Después, dimos un paseo por toda la playa de la Concha y la playa de Ondarreta hasta llegar al Peine del Viento, un conjunto de esculturas de acero de Eduardo Chillida, quizás el símbolo más característico de San Sebastián junto con la barandilla del paseo en la playa de la Concha. Al llegar allí, también se encuentran unos orificios en la roca por los cuales asciende el viento que provocan las olas al romper en la misma, con lo que se pasa un rato divertido colocándose encima de uno de estos orificios y viendo qué pasa cuando rompe una ola… ¡sobre todo si se tiene el pelo largo!
Después de descansar un rato, volvimos sobre nuestros pasos por la playa y regresamos para dar un paseo por el puerto, donde llegamos hasta el Aquarium, al final del mismo, buscando ya algún lugar para cenar. Al no convencernos ninguno, decidimos volver a la parte vieja, donde entramos en varios bares de pintxos, pero ninguno tenía cartelito (con lo que en algunos era difícil saber qué eran exactamente), ni encontramos la gran variedad del bar de la comida. Así que lo buscamos… ¡y volvimos a entrar para la cena!

Ya muertitos después de tanta caminata, y como era de noche, tocaba volver al hotel, para lo cual cogimos nuevamente un bus en la plaza de Guipúzcoa (no recuerdo el número, pero preguntando dimos con el adecuado y el conductor nos indicó muy amablemente la parada en la que debíamos bajar).

Y a descansar para la siguiente etapa del viaje… zzzzzzzz

Día 2: Zumaia y acantilados Flysch

El sábado día 2 salimos de San Sebastián camino de Zumaia, donde empieza una ruta por el Geoparque de la Costa Vasca para ver los acantilados Flysch, un conjunto de estratos rocosos que quedan al descubierto al bajar la marea. Hay quien hace caminando la ruta Zumaia-Deba-Mutriku, que son unas 3 horas y media, pero nosotros decidimos solamente ver la parte de Zumaia para poder llegar por la tarde a San Juan de Gaztelugatxe (y porque, todo hay que decirlo, nuestra forma no era la más óptima para caminar ese tiempo por terreno irregular).
Los acantilados de Flysch y San Juan de Gaztelugatxe
Es importante resaltar que hay que informarse previamente de los horarios de las mareas bajas, ya que si se llega en marea alta, no se podrán apreciar las formaciones rocosas (búsqueda simple en algún buscador de internet).
En Zumaia, llegamos a la oficina de turismo, que abría a las 10, para preguntar cómo ir a dichas formaciones (ya sabíamos que había marea baja alrededor de las 10:30 de la mañana). Tras un paseo de unos 15 minutos, y tras pasar por la famosa iglesia donde se rodó la no-boda de “8 apellidos vascos”, llegamos al lugar, donde había unas escaleras para bajar a la playa y poder admirar de cerca esta curiosidad de la naturaleza.
Durante un rato, mientras la marea continúa baja, se puede apreciar parte de la fauna que habita la zona, como multitud de erizos escondidos en los recovecos de las rocas, y lapas. También algunas plantitas de las que desconocíamos su nombre. Hay que tener mucho cuidado al pisar las rocas, pues están muy resbaladizas y se pueden producir caídas (¡lo decimos por propia experiencia!).
Los acantilados de Flysch y San Juan de Gaztelugatxe
Al empezar a subir la marea, llega la hora de volver a subir las escaleras y regresar al coche para ir a comer a alguno de los pueblos de la costa. Pero no tuvimos muy buena suerte, ya que encontramos muchos sitios donde tomar el aperitivo, que era lo que estaba haciendo todo el mundo, pero pocos y caros sitios donde comer, así que para no perder más tiempo, echamos mano de las “provisiones de emergencia” que siempre llevamos con nosotros (ingredientes para sandwiches).

Día 2: San Juan de Gaztelugatxe

Proseguimos el camino hasta llegar a San Juan de Gaztelugatxe, a unos 20 minutos de Bermeo, donde dejamos el coche en un aparcamiento (que resultó ser el del único hotelito del lugar, en el que teníamos nuestra reserva) y nos dispusimos a subir los más de 230 escalones que hay hasta llegar a la ermita. Pero antes de llegar a los escalones hay una bajada muy pronunciada (y en algún tramo casi peligroso, pues se había desprendido el camino y quedaba una franja muy estrecha para poder pasar), que después tocaría subir de vuelta. Así que NO ir con tacones ni sandalias.
Tras ir por la pendiente de bajada y subir los escalones con mucho viento, se llega a la ermita, que no está abierta al público (pero se puede echar un ojo por la puerta y ver que está decorada con motivos marineros), y tocar 3 veces la campana que hay encima de la puerta mientras se pide un deseo, según marca la tradición.
Tras unos minutos de descanso, iniciamos el recorrido de vuelta y nos alojamos en el hotelito.
Para la cena, ante la falta de opciones del entorno y las nulas ganas de volver al coger el coche para ir a algún pueblo cercano, optamos por quedarnos allí mismo, donde amablemente nos pusieron unos platos combinados (el menú de carta nos resultaba algo caro) y unas anchoas frescas a la brasa (deliciosas); de postre, goxua. Y a descansar de nuevo para emprender el camino de vuelta a Madrid el día siguiente.
Nota actualizada: Los relatos de este post son de nuestro viaje en 2015, dos años después tanto los acantilado de Flysch y San Juan de Gaztelugatxe han sido escenario de la temporada 7 de la mítica serie Juego de Tronos; siendo la costa de Flisch y las escaleras para subir a San Juan de Gaztelugatxe la bahía de aguasnegras  y la isla Rocadragon, asentamiento de la casa Targaryen.

Día 3: Vitoria

El domingo día 3 salimos de San Juan de Gaztelugatxe e improvisamos parar en Vitoria (Álava) para dar un rápido paseo por el casco histórico y su plaza de la Virgen Blanca. Vimos un menú del día estupendo y allí nos quedamos a comer (alubias rojas de Álava, bacalao tipo vizcaína).

Y lo siguiente… viaje por la A1 camino de Madrid.

En resumen, un viaje altamente recomendable, aunque quizás habría estado bien disponer de algo más de tiempo para poder pararse en más pueblecitos y degusta más platos de la gastronomía vasca. ¡¡Volveremos para visitar lo que nos queda!!

Iradier Rovira Peña