La conquista árabe de Tarraco en el año 713 fue el inicio de un periodo de abandono que se extendió durante cuatro siglos. En 1129 el arzobispo de Tarragona, Olegario Bonestruga, cedió la ciudad a un mercenario normando, Robert Bordet, que había servido a las órdenes de Alfonso I de Aragón; nombrado Príncipe de Tarragona, se estableció en la ciudad junto con un grupo de población normanda. Tras la muerte de Olegario, comenzó una época de conflictos entre el poder civil y el religioso, que terminó en 1171 con el asesinato del arzobispo Hugo de Cervelló y el exilio de la familia normanda en Mallorca.

El rey Alfonso II de Aragón se quedó con la ciudad y, a partir de entonces, se llevó a cabo un importante desarrollo urbano aprovechando las estructuras romanas. En el siglo XV descendió la población a causa de la peste negra. Desde el siglo XVI hasta el XIX, la ciudad será escenario de conflictos bélicos y ataques piratas, lo que llevó a la construcción de algunos fortines. Durante los siglos posteriores, los arzobispos jugaron un papel fundamental en la recuperación de la ciudad pues también tenían cargos políticos; esto supuso el relanzamiento cultural, artístico y urbanístico de la ciudad.

Qué ver en la Tarragona medieval

La zona alta de la ciudad combina los elementos clásicos de un burgo medieval, como catedral, castillo y mercado, con el legado romano. Pasear por las callejuelas es una auténtica delicia.

Muralla

La muralla medieval fue construida en dos fases. La primera fue en el siglo XII, aprovechando la muralla romana, y se amplió con el Muro Viejo por su parte sur. En el siglo XIV se construyó un nuevo tramo de muralla, el Muro Nuevo o Muralleta, que aprovechó los restos del antiguo circo romano también por la parte sur.

Las torres romanas pasaron a ser castillos, como la del Arzobispo o Paborde y la del Pretorio; esta última fue el Castillo del Rey.

Durante los siglos XVI y XVII, con la llegada de la artillería de fuego, se construyeron diversos baluartes que serían reforzados en el siglo XVIII. De esta época es el Portal de San Antonio, abierto en la antigua muralla romana; es de estilo barroco y tiene los escudos de Tarragona y de Felipe V.

Tarragona medieval

Castillo del Rey

Fue la residencia de la familia normanda hasta 1171. El castillo fue reformado en tiempos posteriores, siendo residencia de los reyes en sus visitas a Tarragona. Se conservan varios ventanales del siglo XIV, algunas almenas y la sala gótica del piso superior; aquí hay una maqueta en madera de la ciudad medieval en la primera mitad del siglo XV.

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Plaza del Pallol

Es un rincón con mucho encanto, con mezcla de restos romanos y construcciones medievales. Un ejemplo es el edificio de la Antigua Audiencia, con pórticos y ventanales góticos; aquí se encuentra la maqueta de la antigua Tarraco romana.

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Plaza de la Catedral

Esta bonita plaza, a la que se llega subiendo por la Calle Mayor, es una de las más emblemáticas de la ciudad y la que mejor conserva el carácter medieval. Además de la catedral, tiene varios edificios góticos, como la Casa Balcells del siglo XIV y reformada en el XVII, que fue residencia del camarero de la catedral. Aquí pernoctaron personajes ilustres, albergando un restaurante hoy en día.

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Muy cerca están las bóvedas de la calle Mercería, unos arcos góticos del siglo XIV que forman un soportal donde se celebraba un mercado de verduras.

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Catedral de Santa Tecla

La catedral es la construcción más importante de la época medieval. Se sitúa en la zona más elevada de la ciudad, en el lugar que anteriormente ocuparon un templo romano y una iglesia visigótica. Su construcción comenzó a mediados del siglo XII, en estilo de transición del románico al gótico, y se consagró en 1331. Fue declarada Monumento Nacional en 1905.

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En la fachada principal gótica destacan el gran rosetón y la portada monumental con una figura de la Virgen con el Niño flanqueada por apóstoles y profetas. La parte superior quedó sin acabar debido a la peste negra.

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Nos llamó la atención un relieve situado a la derecha de la portada. Se trata del Sarcófago de Betesda, un ejemplo de arte paleocristiano realizado en mármol blanco a finales del siglo IV que fue reutilizado en la construcción de la catedral. Representa curación de enfermos en el lago Betesda, cerca de Jerusalén, conversión de Zaqueo y entrada de Jesús en Jerusalén.

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En el interior destacan el Retablo Mayor del siglo XV con escenas de la vida y martirio de Santa Tecla, la Capilla de los Sastres y el claustro porticado. También se puede visitar el Museo Diocesano. La visita cuesta 5 euros en 2022.

Antiguo Hospital de Santa Tecla

Situado cerca de la catedral, e trata de un edificio románico-gótico fundado en 1171, que sirvió como refugio de pobres, enfermos y niños huérfanos. Solo se ha conservado la fachada con cinco arcos de medio punto. Actualmente es edificio gubernamental.

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Judería

Los judíos comenzaron a establecerse en Tarragona entre los siglos V y VII, y fueron ocupando una zona cercana al Castillo del Rey. El barrio judío era un entramado de callejuelas estrechas en las que se repartían los gremios artesanos, en las actuales calles de la Portella, Granada y Talavera, y las plazas de los Ángeles y de Rovellat. Solo se conservan algunos restos de arcos apuntados en la calle Talavera y la plaza de los Ángeles, que se cree pudieron haber pertenecido a la sinagoga.

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En la calle Santa Ana también se han encontrado restos con inscripciones hebreas: lápidas incrustadas en una pared y una piedra muy desgastada en la parte baja del muro de la iglesia de la Trinidad.

Capilla de San Pablo

Pequeña capilla del siglo XIII situada en el lugar donde, según la tradición, el apóstol San Pablo pedicó a los tarraconenses. Cuando se construyó el Seminario, la capilla quedó dentro de uno de sus claustros. La visita cuesta 1,50 euros en 2022. Nosotros no pudimos verla por encontrar cerrado el edificio del Seminario.

Casa Castellarnau

Si queda Tiempo, se puede visitar este edificio, que es un museo. Construido a principios del siglo XV, fue residencia de algunas de las familias más influyentes de la ciudad. En ella vivió el emperador Carlos I durante su estancia en Tarragona en 1542. El museo muestra mobiliario de los siglos XVIII y XIX, un salón de baile con un techo decorado con pinturas mitológicas del siglo XVIII y una antigua cocina. La visita cuesta 3,30 euros en 2022.

Actualmente la parte medieval de la ciudad está muy concurrida pues, aparte de sus atractivos históricos, se pueden encontrar numerosos locales de restauración y ocio, lo que añade un nuevo motivo para pasear por sus calles.

¡¡Hasta el próximo post!!